No lo niego, yo te contemplo
descollante
e ineludible,
sensual
y lujuriosa,
irremediablemente
deseada,
ávida
de ser amada
en
toda la plenitud
de
tu juventud,
llena
de pasión contenida.
No
te imagino, eres tentadora
como
una rosa roja
para
deshojarte a besos
ansiosos
de ti,
hasta
lo más desconocido
de
tu centro de vida,
en
la pureza de tu amor.
Así,
así te amaré
en
el atardecer de este abril.
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